
‘Abdullāh ibn Mas’ūd transmitió que el Mensajero de Allāh ﷺ dijo:
«Allāh reunirá desde la primera generación [de la humanidad] hasta la última para un día bien preciso. Todos permanecerán de pie durante 40 años con la mirada fija [hacia el cielo] esperando que se dictamine la sentencia. Allāh descenderá en sombras de nubes del Trono (‘Arsh) al Escabel (Kursi) y exclamará un pregonero: «¡Oh gentes! ¿Aceptaréis de vuestro Señor —que os ha creado, os ha concedido bienes y os ha ordenado que Le adoréis y no Le asociéis nada— que cada uno de vosotros siga aquello que adoraba en la vida anterior? ¿No es esto parte de la justicia de Allāh?».
La gente responderá: «Sí». Entonces se les presentarán sus ídolos y cada uno irá hacia aquello que adoraba en la vida mundanal. Algunos se dirigirán al sol, otros a la luna, otros a las piedras y a los árboles. Respecto a quienes adoraban a Jesús, se les presentará el demonio que se hacía pasar por Jesús, y quienes adoraban ‘Uzayr se les presentará el demonio de ‘Uzayr. Solo quedará Muhammad ﷺ y su comunidad, entonces Allāh se presentará ante ellos y les dirá: «¿Por qué no vais [hacia aquello que adorabais] como hace la gente?».
Ellos dirán: «Nosotros tenemos a Allāh, y no Le hemos visto».
Él les responderá: «¿Si Le veis, Le reconoceréis?».
Dirán: «Entre Él y nosotros hay un signo mediante el cual Le reconoceremos».
Él dirá: «¿Cuál?».
Ellos dirán: «Su Pierna».
Entonces Allāh descubrirá Su Pierna y todos se postrarán excepto una gente que tendrá la espalda como el cuerno de una vaca, querrán postrarse, pero no podrán pues fueron invitados a postrarse [para hacer el Salāt] cuando gozaban de bienestar (en la vida mundanal) [y no lo hicieron]. Luego Allāh dirá a los creyentes que levanten la cabeza, y les atribuirá una luz en función de sus obras [en la vida mundanal]. Algunos recibirán una luz entre sus manos del tamaño de una montaña inmensa, otros recibirán menos que eso. Otros recibirán solo el equivalente de una palmera datilera, otros recibirán aún menos. Hasta el último de ellos que solo recibirá [una luz] tan grande como la punta del pie del dedo que a veces se iluminará y otras veces se apagará.
Su Señor estará ante ellos guiándolos para cruzar el puente (Sirāt) tendido sobre el abismo del Infierno que tendrá la anchura del filo de una espada. [Allāh] les ordenará que crucen, entonces cada uno lo cruzará a una velocidad relativa al tamaño de su luz; algunos pasarán tan rápido como el parpadeo de un ojo, otros como un rayo, otros como una nube, otros como un cometa, otros como el viento, otros al ritmo de un jinete, otros al ritmo que corre un hombre. Finalmente vendrá aquel que recibió una luz como la punta del dedo de su pie, arrastrándose sobre su rostro, sus pies y sus manos, sus flancos se verán afectados por el fuego, pero seguirá avanzando a rastras hasta ponerse a salvo. Después se parará al borde del Infierno y dirá: «Que Allāh sea alabado por concederme un favor que no concedió a nadie al librarme del Infierno después de verlo con mis propios ojos». Será conducido a un manantial en la puerta del Paraíso para lavarse, y allí sentirá el olor de los habitantes del Paraíso y de sus riquezas, y a través de un hueco en la puerta del Paraíso verá lo que hay en él y dirá: «Oh Señor, hazme entrar al Paraíso».
Allāh le responderá: «¿Me pides el Paraíso, cuando apenas te acabo de salvar del Infierno?».
Dirá: «Señor, pon entre él [el Infierno] y yo un velo para que no escuche más su hervor».
Entonces será introducido en el Paraíso y verá delante de él una casa tan suntuosa que creerá estar soñando, y dirá: «Señor dame esta casa».
Allāh le dirá: «¿No me pedirás otra cosa, si te la doy?».
El hombre responderá: «No, juro por Tu gloria que no te pediré nada más, ¿acaso hay una casa mejor que esta?».
Tal casa le será concedida y se instalará en ella. Luego verá, delante de su casa, otra que también parecerá un sueño comparada con la casa en la que está, y dirá: «Señor, dame esta casa».
Allāh le dirá: «Quizás me pidas otra si te doy esta».
Responderá: «No, lo juro por Tu gloria, ¿acaso hay una casa mejor?».
Entonces Allāh se la concederá y se instalará en ella. Luego [el hombre] permanecerá en silencio, y Allāh, exaltado sea, le dirá: «¿Por qué no me pides nada?».
El hombre responderá: «Señor, te he pedido tantas cosas cuando juré que no lo haría que me da vergüenza [pedirte más]».
Allāh le contestará: «¿Te sentirás satisfecho si te doy el equivalente de los bienes del mundo desde que lo creé hasta su fin y diez veces más?».
El hombre responderá: «¿Acaso te burlas de mí, cuando Tú eres el Señor Majestuoso?».
Entonces Allāh reirá por su respuesta[1], y le dirá: «No [me burlo de ti], pues soy Capaz de ello».
El hombre pedirá a Allāh que le deje reunirse con los habitantes del Paraíso, y Allāh se lo permitirá, entonces irá a paso rápido por el Paraíso y antes de alcanzar sus habitantes un palacio de perlas será erigido ante él. Inmediatamente se arrojará al suelo postrado y se le dirá: «Levántate, ¿qué te sucede?».
Dirá: «He visto a mi Señor».
Entonces se le dirá: «No es más que una de tus viviendas».
Luego se cruzará con un hombre ante el cual se apresurará para postrarse, se le dirá: «¿Qué te pasa?».
Responderá: «He visto un ángel».
Pero aquel hombre le dirá: «No soy más que uno de tus sirvientes y tesoreros, otros mil que se me parecen están bajo tus órdenes, todos a tu servicio».
Este guardia irá delante de él para abrir la puerta del palacio. Será un palacio hecho de piedras preciosas, cuyos techos, puertas, cerraduras y llaves estarán hechas de gemas también. Al entrar habrá una antesala de gemas verdes y de color rojo con setenta puertas que llevan a otras antesalas también de color verde perlado, y cada antesala conduce a una habitación de diferentes colores de piedras preciosas. En cada habitación habrá lechos, mujeres y sirvientas —las de menor grado serán huríes, que dispondrán de setenta vestidos, cuya médula será visible a través de su piel, sus huesos e incluso su ropa—. Sus corazones serán espejos para él y viceversa. Cada vez que se aleje de ellas y vuelva, se volverán setenta veces más bellas a sus ojos y les dirá: «Juro por Allāh que os encuentro setenta veces más bellas que antes». Ellas le contestarán lo mismo. Luego se le pedirá que se asome, entonces se asomará, y se le dirá: «Esta es tu propiedad, tiene una extensión de cien años de viaje que igualmente podrás abarcar con la vista».
Ibn Mas‘ūd transmitió que ‘Umar dijo: «¿No escuchas, oh Ka‘b, lo que Ibn Umm ‘Abd [es decir, Ibn Mas‘ūd] nos está contando sobre los habitantes del Paraíso de más bajo rango? ¿Qué habrá entonces para aquellos de rango alto?».
Ka‘b respondió: «Oh emir de los creyentes, [para ellos hay] lo que ningún ojo ha visto y lo que ningún oído ha escuchado. Allāh creó unas moradas [en el Paraíso] con parejas, frutas y bebidas y luego las ocultó de modo que nadie de Su creación las ha podido ver —ni siquiera Gabriel, Mikaīl u otros ángeles—: {Nadie sabe la frescura de ojos que les espera como recompensa por lo que hicieron.}[2]. Luego [Allāh] creó dos moradas, las embelleció como quiso y las mostró a quien quiso de Su creación. Aquel cuyo libro esté en ‘Iliyyūn[3] estará en las moradas que nadie ha visto, hasta que un hombre de la gente de ‘Iliyyūn saldrá a pasear por su hacienda y no habrá vivienda entre las viviendas del Paraíso que no sea alcanzada por la luz de su rostro y la gente [sentirá] su perfume, entonces dirán: “¡Qué buen olor! Este es el perfume de un hombre de la gente de ‘Iliyyūn que está paseando por sus dominios”».
Dijo [‘Umar]: «¡Ay de ti, Ka‘b! Esto que has dicho ha cautivado nuestros corazones».
Dijo Ka‘b:
«Sabe también que el Infierno rugirá en el Día de la Resurrección de tal manera
que todo ángel cercano y todo profeta enviado caerán arrodillados [por el miedo
infundido], hasta Ibrāhīm el aliado íntimo de Allāh (la paz sea con él) dirá: “¡Ay
de mi alma, ay de mi alma!”. Aunque tengas el número de buenas acciones de 70
profetas, más tus buenas acciones, pensarás que estás condenado».
Notas:
[1] Dice el narrador del hadiz: «Cuando ‘Abdullāh ibn Mas‘ūd llegó a este pasaje rió, entonces le dije: “Oh Abū ‘Abdur-Rahmān, te he visto contar este hadiz repetidas veces y cada vez que llegas a este pasaje ríes”, y me respondió: “Porque he escuchado al Profeta ﷺ contar este hadiz muchas veces, y cada vez que llegaba a este pasaje reía hasta que se hacían visibles sus muelas”».
[2] Corán, 32:17
[3] ‘Iliyyūn, según Ibn ‘Abbās y otros sabios, es una parte del séptimo cielo donde están los libros de las acciones de los creyentes, en oposición a Sijjīn que es la parte de la séptima tierra en la que están los libros de las acciones de los incrédulos. [Tafsīr Ibn Kathīr, 8/352].
Traducido por: Ibrāhīm Bou