
Šaiḫ Muḥammad ʿAmmān al-Ğāmīʿ comenta:
Todo recién nacido está natural y originalmente sobre el Tawḥīd, y esto permanece así hasta que es expuesto a factores externos como el ateísmo, el desvío, la incredulidad y el politeísmo. Esta doctrina a la que llaman algunos extraviados, a saber, la doctrina del ateísmo y de la negación de la existencia de Allāh y de Su religión, es una doctrina cuyo origen es el desvío. La gente que la profesa son personas que han sido influidas por el ambiente en el que se desarrollaron y por factores externos hasta el punto de reprimir su naturaleza primigenia (Fiṭrah).
De hecho, si preguntáramos a un beduino que vive en el lugar más recóndito del mundo rural y que no ha tenido contacto alguno con otras personas, sino solo con su ganado: «¿Sabes que Allāh existe?». Respondería: «Sí». Y si le preguntaras: «¿Dónde está Allāh?», no estaría dubitativo ni tartamudearía diciendo: «Allāh está…». Esta es la razón por la que, si su camello se extraviara [en el desierto], clamaría: «¡Oh Señor! Haz que regrese a mí, Señor mío», alzando sus manos al cielo. ¿De dónde aprendió eso? De su naturaleza primigenia. La prueba de esto reside en la pregunta que el mensajero de Allāh planteó a la sirvienta.
Se trata de una sirvienta no árabe que cuidaba de los rebaños de su gente. Un día, su dueño se enfadó con ella y la golpeó por una razón que no es necesario mencionar. La golpeó y luego se arrepintió, porque la había golpeado en la cara, y golpear a alguien en la cara está prohibido por la religión, [ḥadīṯ]: «Cuando alguno de vosotros pegue a su hijo, que no le pegue en el rostro ni lo golpee dejando secuelas, pues Allāh creó a Ādam a su imagen». Contradijo esta prohibición al golpearla [en la cara] y se arrepintió, entonces fue al Profeta para consultarlo sobre cómo expiar su falta.
El Profeta quiso saber si ella era creyente o incrédula, entonces la hizo venir y la puso a prueba con dos preguntas, la primera era: «¿Dónde está Allāh?». Aquella sirvienta, que era ignorante pero que permaneció intacta sobre su naturaleza primigenia, respondió sin titubear: «[Allāh] está sobre los cielos».
Traducido por: Ibrāhīm Bou