[vc_row][vc_column][vc_column_text]
En el año 708, los decanos de Palmira fueron a visitar al shaykh ul-Islām Ibn Taymiyyah para suplicarle:
«¡Maestro! Se nos ha encargado transmitirte un mensaje y nos han hecho jurar que esta conversación no saldrá de aquí. Ellos [los ash’aris] quieren que cedas en el asunto del ‘Arsh [el Trono de Allāh] y el Corán. A continuación, nos piden que se haga un registro de esto por escrito con tu firma para que lo mostremos al sultán y que le digamos: “Este es el acuerdo al que hemos llegado con Ibn Taymiyyah. Él declara que se vuelve atrás y nosotros nos comprometemos a romper este papel”».
Pero no esperaban la respuesta que escucharon, cuando Ibn Taymiyyah les contestó:
«¿Me invitáis a que escriba con mi propia mano que no hay ninguna divinidad encima del Trono y que no hay ninguna palabra de Allāh sobre la Tierra ni en los libros del Corán?».
Arrojó con violencia su turbante al suelo, se levantó y volvió la cabeza al cielo para suplicar:
«¡Oh Allāh! Sé Testigo de que desean que Te niegue, y que reniegue de Tu Libro y de Tus Mensajeros, pero jamás lo haré».
Luego invocó en su contra, entonces estos conciliadores le hicieron saber:
«Si hacen todo esto es porque quieren que sigas su creencia. Están planeando matarte, expulsarte o encerrarte en la cárcel».
En ese instante, el shaykh ul-Islām respondió con su célebre declaración:
«¿Qué pueden hacer mis enemigos contra mí?
Mi paraíso y mi jardín están en mi corazón
Y me siguen allá donde voy
La cárcel para mí es un retiro espiritual
Mi asesinato para mí es un martirio
Y mi expulsión para mí es una emigración en la vía de Allāh».
Traducido por: Ibrāhīm Bou[/TS_VCSC_Info_Notice][/vc_column][/vc_row]