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Al-Hāfidh adh-Dhahabī (V) dijo:
«Ahmad ibn ‘Abd al-Halīm –y citó su linaje– al-Harrānī luego ad-Dimashqī, al-Hanbalī, Abū al-‘Abbās, Taqī ud-Dīn, nuestro shaykh y el shaykh del Islām, el incomparable de esta era con respecto al conocimiento, la consciencia, la valentía, la inteligencia, la iluminación divina, la generosidad, [quien] otorgó sinceridad de propósito a la Ummah, y ordenó el bien y prohibió el mal.
Escuchó hadīth, y empleó mucho esfuerzo en su búsqueda, lo escribió, lo referenció, y vio a los narradores y sus filas, y adquirió [de este conocimiento] lo que otros antes que él, no adquirieron. Ganó destreza en Tafsīr del Corán, y se sumergió en sus significados más sutiles, con una dominación muy fluida… Destacó en Hadīth y su memorización. Pocos son los que memorizaron lo que él memorizó en Hadīth… Tenía una extrema habilidad para recordar en el momento de establecer la evidencia. Sobresalió entre la gente en el conocimiento de la jurisprudencia, las diferencias de las escuelas [de conocimiento], y en las Fatwās de los Compañeros y los Tabi’īn por las que cada vez que daba una fatwā no se adhería a un madhab [específico] sino sobre cualquier evidencia que fuera establecida. Ganó una gran precisión en la lengua árabe, en sus fundamentos y sus ramas, en su explicación y sus variantes. Observó a los racionalistas y conoció bien los dichos de los Mutakallimīn, a los cuales refutó, notificando de su error, y advirtió contra ellos, ayudando a la Sunnah con la más evidente de las pruebas y las más brillantes de las evidencias. Y fue dañado en su camino hacia Allāh por sus adversarios, ayudando a la pura Sunnah hasta que Allāh alzó Su faro, y unió los corazones de la gente de piedad en el amor hacia él y súplicas por él, y entonces [Allāh] aplastó a sus enemigos, y guió a través de él a los hombres de las distintas religiones y credos, y Él hizo que el corazón de los reyes y líderes se inclinaran a la obediencia y el cumplimiento hacia él, abrumadoramente [la mayor parte del tiempo]. Allāh revivió ash-Shām a través de él, o mejor dicho, el Islām [en sí] después de que casi hubiera sido profanado, al poner firmes a quienes tenían autoridad cuando el grupo de los Tártaros se acercó, y trajo su opresión. Se concibieron falsas ideas sobre Allāh, y los creyentes fueron sacudidos, la hipocresía se manifestó.
Sus virtudes son muchas, y él es más grande que la gente como yo, que deben notificar su biografía. Si tuviera que jurar entre la esquina [de la Ka’bah] y la estación [de Ibrāhīm], juro que no he visto a nadie como él con mis ojos, y que él no ha visto a nadie como él mismo».
[/TS_VCSC_Info_Notice][vc_empty_space height=”15px”][TS_VCSC_Info_Notice panel_layout=”notice” panel_type=”warning” icon_replace=”true” font_title_family=”Default:regular” font_content_family=”Default:regular” el_file1=”” el_file2=””]Fuente: De adh-Dhahabī, por Ibn Rajab al-Hanbalī en Dhayl Tabaqāt al-Hanābilah, 4/496-497, a través de su trabajo Mu’jam ash-Shuyūkh
Traducido por: Nūr ud-Dīn al-Isbānī