بسم الله الرحمن الرحيم
En “al-Fawaaid ad-Daraari”, al-Ajluni relató que Imam al-Bukhari [que Allah tenga piedad de él] viajó en barco para buscar el conocimiento, y había llevado mil dinares. Uno de sus compañeros de viaje se congració aparentemente con él, mostrándole amor y admiración. Durante el viaje en el mar, a menudo el hombre se sentaba en su compañía. En largos viajes, las amistades se desarrollan más rápido de lo normal, y durante el tiempo que pasaron juntos, Imam al-Bukhari le informó de que tenía un millar de dinares.
A la mañana siguiente, habló sobre el dinero, el hombre se despertó y comenzó a llorar, gritar, rasgar su ropa, y a abofetearse su propio rostro, como si acabara de ser afectado por una gran pérdida. Sus compañeros de abordo le preguntaron qué le pasaba, y en un principio se negó a contestar, como si aún estuviera en estado de shock, y no pudiera decidirse a hablar en aquella situación. Después de la insistencia de sus compañeros para que dijera qué le había ocurrido, dijo finalmente:
“Tenía una bolsa que contenía mil dinares, y la he perdido”.
Los tripulantes que estaban a cargo del barco comenzaron a registrar a los pasajeros. Uno a uno, todo el mundo estaba siendo registrado, y al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, el Imam al-Bukhari, asegurándose de que nadie le observaba, arrojó la bolsa con el dinero por la borda. Llegó el turno de su registro, y no encontraron nada. Cuando hubieron registrado toda la nave, sin encontrar la bolsa con el dinero, aquellos con autoridad en el barco se dirigieron al hombre que había informado del suceso y lo reprendieron por haber hecho una reclamación falsa, y haber formado tantos problemas. Tan pronto como el barco finalmente alcanzara la orilla, los pasajeros iban desembarcando; por su parte, el antiguo amigo de Imam al-Bukhari se acercó a él y le preguntó qué había hecho con la bolsa del dinero.
“La tiré al mar”, respondió Imam al-Bukhari con naturalidad.
“¿Y acepta de forma paciente que acaba de perder esa enorme suma de dinero?”, preguntó el hombre desconcertado.
“¡Oh, ignorante!”, dijo Imam Bukhari; “¿Acaso no saben que he pasado toda mi vida recopilando los ahadiz del Mensajero -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, y que el mundo conoce ahora mi honradez? ¿Sería entonces acorde a mí someterme a la acusación de un robo? ¿Perdiendo así esta perla preciosa [es decir, sus conocimientos y logros como erudito] que he ganado durante toda la vida por un puñado de dinares?” [1]
Nota del traductor:
[1] Consulte al-Fawaaid ad-Daraari as-Sujluni, en Siraatul Bukhari por al-Mubaarakpuri.
Fuente: Biografía de Imam al-Bukhari, publicado por Dar us-Salam, pág. 143-144 (ver. inglesa)
Traducido por: Nur ud-Din al-Isbani